Free Parties to change the World. Techno en tiempos de guerra.

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El pasado 18 de septiembre uno de los iconos del movimiento rave de los 90 ponía fin a su vida lanzándose al Támesis. Fundador del colectivo de Glasgow Desert Storm, llevaron su soundsystem hasta los balcanes en plena guerra de Yugoslavia. Fue un personaje de una tremenda influencia en el movimiento, tanto en la práctica a la hora de organizar raves como ideológicamente. Su colectivo introdujo el elemento socialmente consciente en una escena que muchas veces pecaba y peca de nihilista, hedonista y escapista. Querían mejorar el mundo existente en lugar de crear una sociedad alternativa habitada por unos pocos. Repasamos la historia de Keith Robinson.


La Union Europea nombró a Glasgow Ciudad de la Cultura 1990. Dicho título permitió a los clubs de la ciudad abrir hasta las 5 de la mañana. Pero al año siguiente los horarios se volvieron a restringir, y la respuesta a esto, al igual que ocurría en Inglaterra, fue el surgimiento de las free parties. Robinson, un joven de 23 años hincha del Celtic,  montó un soundsystem en su camión de camuflaje y se dedicó a proporcionar música y una zona de baile a la gente una vez cerrados los locales. Meses después estaba ocupando un viejo túnel ferroviario y montando su primera rave. La fiesta rebosaba estética antimilitar. La cara de Saddam Hussein colgaba de una de las paredes, pinturas de aviones de combate y multitud de referencias en murales al conflicto de la Guerra del Golfo. Había nacido el colectivo Desert Storm. 


Aunque hicieron bastantes raves en spots de lo más variopintos, lo cierto es que tuvieron una trayectoria un tanto fugaz en Escocia. Numerosos djs pincharon en sus fiestas como Andrew Weatherall, JG Wilkes de Optimo, o Domenic Capello, pero pocos de ellos permanecieron en sus filas. El aumento de las bandas criminales empezó a deteriorar la escena y entonces llegó 1994 y con él la Criminal Justice Bill, una especie de Ley Mordaza que entre otras cosas, prohibía reuniones con música electrónica repetitiva.
En respuesta, se montaron varias manifas por Londres. Keith y su crew se bajaron allí con su camión, y abriéndose paso entre la gente llegaron a Trafalgar Square donde aparcaron. Ante la mirada atónita de la policía los manifestantes se pusieron a bailar con el soundsystem de Desert Storm.






Hubo dos manifas más, pero la tercera manifa fue otro cantar. Tras llegar a Hyde Park los antidisturbios entraron a cargar para que la gente dejase de avanzar bailando. Empezaron a repartir palos y en medio de toda la trifulca un tipo se acercó al camión de Keith. “¡Dame tu télefono!” ”¿Tiene que ser ahora?”  “!Si!” Dos semanas después, aquel tipo, un anarco sindicalista, le estaba llamando a Keith para proponerle llevar su soundsystem rodante a la guerra de Bosnia.  Keith no se lo pensó y se pusieron en marcha.


Llegaron a Bosnia a través de Croacia en diciembre de 1994, poco después de que terminara la peor batalla de la guerra entre bosnios y croatas. Debido a la ideología anarco sindicalista del convoy con el que viajaban, las organizaciones de ayuda humanitaria oficiales que iban a Bosnia se negaron a reconocerles, dejándoles con el culo al aire en caso de que las cosas se pusieran feas.
Desert Storm llevaba al conflicto ayuda cultural. En palabras de Keith: No creemos que la música sea un lujo. Creemos que es esencial, y siempre es una de las primeras bajas en la guerra. Llevábamos fiesta en lugar de las latas de alubias con salchichas de cerdo ¡a un país musulmán! Creo que tuvimos un efecto masivo. La gente pensaba: "es horrible, todo el mundo está muerto, tu abuela, todos… Pero si estos tipos han recorrido todo ese camino en ese camión de locos y están haciendo una fiesta, entonces la cosa debe estar mejorando." Salían de sus casas, lo adoraron,no habían oído una música así en sus vidas.

El Acuerdo de Washington firmado en marzo de ese año negociaba la paz relativa entre las dos naciones, pero viajar a Bosnia seguía siendo peligroso. Las cicatrices de la guerra seguían abiertas. Edificios destartalados, minas, francotiradores, inmensos baches en las carreteras, falta de asistencia básica… La víspera de Año Nuevo llegaron a Tuzla tras serpentear por la costa croata, atravesando de noche y sin luces la Avenida de los Francotiradores de Sarajevo.

Tuzla era una ciudad industrial del noreste de Bosnia que la ONU había declarado prematuramente segura, pues meses después, en mayo de 1995 la milicia serbia disparó contra civiles matando a 71 personas. La ciudad era un destino importante para la organización de izquierdas Worker’s Aid for Bosnia pues era una ciudad  de mineros con raíces izquierdistas muy fuertes, debido a las cuales se mantuvo multiétnica. Era el único lugar en todo Bosnia que no se fracturó étnicamente . También tenía vínculos históricos con el movimiento sindical de izquierdas de UK. Durante la huelga de los mineros de 1984-85, los mineros de Tuzla enviaron ayuda a los mineros británicos. Era un lugar muy especial, pero a la vez muy frágil y oprimido por todos lados.


Tras el fallido plan de hacer una fiesta en el estadio de basket, que fue volado días antes, condujeron el camión por toda la ciudad con los altavoces escupiendo el mejor techno. “Pinchamos música de Carl Cox, que por aquel entonces había empezado a acelerar su música, alejándose de los sonidos de Detroit y Chicago en los inicios del género.”
Enseguida fueron abordados por soldados armados. Sin embargo, su respuesta fue la contraria a la policía de Glasgow. Encended la música y apagad las luces. Pasaron por una comisaría donde los oficiales disparaban al aire mientras bailaban en sus coches patrulla. Más tarde se detuvieron en una urbanización. Sonaba Bang to the Beat of the Drum, de La Luna. La gente salió de sus casas a bailar en la noche mientras un láser de mano y algunas ráfagas de bala iluminaban el cielo.



Desert Storm volvió a Tuzla en verano de 1995 y fue a Sarajevo no mucho después del Acuerdo de Paz de Dayton, el cual puso fin a la guerra de Bosnia diez días antes de Navidad. Aparte de su ya conocida Avenida de los Francotiradores, tuvieron que esperar a ese momento para poder entrar en Sarajevo, pues los últimos días de la guerra fueron convulsos, con bombardeos y secuestros de miembros de la ONU por parte de las fuerzas serbiobosnias.


Ya en Sarajevo recorrieron la ciudad con su soundsystem a golpe de techno para publicitar la fiesta de esa noche en el club Obala. La primera vez en 4 años que la ciudad acogía una fiesta de ese tipo. Según cuenta el Facebook de Desert Storm, “Los clubbers debían correr casi 300 metros hasta la puerta para evitar el fuego de los francotiradores. A veces pasaban días refugiados dentro del club.” El peligro continuaba en todas partes. El piso donde se alojaba Keith en Sarajevo tenía vistas a las líneas serbias y las ventanas aparecían con agujeros de balas. 

Terminada la guerra Desert Storm siguió en la brecha, participando activamente en los Teknivals, Reclaim the Streets, etc. Ante el asombro y desconcierto de los que le conocían, Keith se alistó en el ejército y acabó en Afganistán librando su particular fiesta contra los Talibanes. Los que le conocían bien no dudan que su única intención fue puramente altruista.


Como decía un tipo en el documental Tekno Il Respiro del Mostro, la música electrónica y el techno en particular, tienen ese poder, es algo instintivo, inconsciente, no intelectual. No es racional, sale de dentro. Te hace perder los puntos de referencia, es algo no convencional y te empuja a pensar de forma no convencional. A abrirte completamente. Todo esto conlleva una mayor tolerancia.

“Si pudimos hacer fiestas allí podemos hacerlas en cualquier parte. Una fiesta es una fiesta, en Bosnia, o donde sea. Sólo es una fiesta, es lo que hago. Fiesta, fiesta fiesta. Fiesta desde que tenía 14 años.”

D.E.P.






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